17.5.13

El bar Odas es adorable

Cuando anochece en el bar Odas
el aire cambia de color,
los espejos no creen en todo lo que ven
y el agua sale de los grifos
escrupulosa.

De noche en el bar Odas
se desdibujan las manchas de humedad,
los archivos mp3 suenan a vinilo viejo
y los mozos tienen vetadas
las libretas y calculadoras.

Hacia la medianoche el bar Odas
se va llenando de los que no están,
de barriletes fantasmas sostenidos por el viento
que es el fantasma de la libertad,
y los relojes dan las doce
por compromiso.

Así el día se acaba, o empieza,
con servilletas sucias que redactan en el suelo
palabras en un idioma
que solo algunos mozos entienden y callan,
un idioma cuyas frases se leen igual de derecha a izquierda
y viceversa.

Y cuando la ciudad se despierta
el bar Odas todavía está allí.